¡Tres rorcuales, un cachalote, muchos calderones y treinta delfines mulares!

por Katharina Heyer

Fotos: firmm

¡El 30 de marzo 2016 nos ofreció un espectáculo muy especial! Con Levante fuerte nos sorprendieron olas más altas de lo esperado y me preguntaba si sería posible encontrar algo. Ya habíamos pasado la mitad del Estrecho de Gibraltar, cuando de repente, no lejos del barco, salió la mitad delantera de un rorcual del agua. Quedamos inmediatamente electrizados porque los grandes y burbujeantes salpicones eran bien visibles y comenzamos a navegar en paralelo con la ballena.

    

Pronto volvió a aparecer a la izquierda del barco. Al poco tiempo pude anunciar a un segundo rorcual algo por detrás del primero y luego incluso a un tercero, que nadaba a unos 100 metros por detrás de los primeros dos. Cada vez que emergían, sus cuerpos salían mucho más de lo habitual del agua, quizás por el alto oleaje. Pronto nos dimos cuenta que delante de ellos nadaban delfines mulares. Éstos tal vez utilizaban a los rorcuales para jugar, como lo suelen hacer con los barcos. Parecía que los rorcuales estuvieran empujando a los delfines y por ello salían más de lo normal del agua.

 

De repente detectamos a la derecha del barco el soplo de un cachalote, al que por su puesto anuncié en seguida en 3 idiomas a los clientes. 

Éste se sumergió rápidamente, mientras nosotros seguíamos a los rorcuales sin disminuir la velocidad. Al poco rato descubrimos a una docena de calderones bastante cerca del barco, también en el lado izquierdo. Los calderones comenzaron a seguir a los rorcuales, que ahora estaban rodeados de muchísimos delfines mulares. El agua salpicaba por todas partes entre las olas. A lo lejos aparecieron unos delfines comunes, que saltaban como si también quisieran formar parte. ¡Y cuando además un grupito de delfines listados comenzó a seguir a los rorcuales que desaparecieron en dirección oeste, habíamos avistado a 6 especies de cetáceos! ¡Solo faltaban las orcas! 

Mientras tanto nos habíamos movido bastante hacía el Atlántico, cosa que no solemos hacer con un oleaje tan fuerte, porque luego nos espera un largo camino de regreso en contra de las olas. Cuando bajé a la cubierta, los clientes y la tripulación comenzaron todos a contar. Todos se apresuraron a comentar la experiencia y estaban locos de alegría. Para mí también fue una de las salidas más impresionantes que he hecho.

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