Whale Poo Ambassadors
por Jörn Selling
Cuando la fundación holandesa "Rugvin" se puso en contacto con nosotros para hablarnos de su programa "Embajador de heces de ballena", al principio nos pareció descabellando y divertido. Que las heces de ballenas sean un recurso importante, aunque sólo indirectamente para nosotros los humanos, está más que demostrado y calculado. ¡Hay que tener la idea de crear una red de embajadores para elo! Sin embargo, hacen falta enfoques creativos para concienciar sobre los problemas que estamos causando, siendo uno de los mayores la crisis climática.
Vamos camino de perder a nuestro aliado más importante contra él: la naturaleza con su biodiversidad, donde cada especie contribuye a estabilizar el clima. La Tierra tendría un clima diferente sin su biosfera, que mantiene estable el clima para su supervivencia. También formamos parte de la biosfera, pero de forma desestabilizadora. Tanto es así que actualmente debemos ser clasificados como una catástrofe biológica, desencadente de la sexta extinción en masa.
Pero volvamos a las ballenas. Están en la cima de la pirámide alimenticia, como los lobos. Y también, al igual que por ejemplo los lobos, cuyo regreso ha revitalizado la naturaleza en el Parque Nacional de Yellowstone, las ballenas son controladores "de arriba abajo". Sin ellas la biodiversidad sería limitada. Fertilizan las capas superiores del mar con sus excreciones, con las cuales el fitoplancton (microalgas vegetales) puede prosperar e impulsar la red alimenticia.
Cuando las ballenas mueren y se hunden, sirven de alimento a las criaturas de las profundidades marinas, donde los nutientes son escasos. De este modo grandes cantidades de carbono ligado a las ballenas se retiran del ciclo atmosférico durante miles de años. Son como árboles flotantes, sumideros de carbono. Ralph Chami, "Assistant Director" del "IMF Institute for Capacity Building" ha intentado calcular el rendimiento de las ballenas en la publicación Finance & Development. Las 8 especies de ballenas más grandes hunden 30.000 toneladas de CO2/año. Si sus poblaciones pudieran recuperar su tamaño original, esto supondría 160.000 toneladas de CO2/año. También el fitoplancton, mantenido por las excreciones mencionadas anteriormente, se hunde cuando muere, depositándose en el sedimento marino. Así, los 12.000 cachalotes del Océano Austral eliminan 200.000 toneladas de CO2/año de la atmósfera.
Al precio actual de una tonelada de CO2, y añadiendo otros servicios económicos prestados por las ballenas, como el ecoturismo, se llega a un valor de 2 millones de dólares por el servicio de una ballena durante toda su vida. ¿Para todas las ballenas? ¡Probablemente 1000 billones! Suficientes argumento para protegerlas.
Sería mejor que estos cálculos no fueran necesarios. Esperemos que nos ayuden a cambiar de tesitura.