Expectativas y Deseos

por firmm Team

Texto: Pia Ackermann, Voluntaria en firmm
Fotos: firmm

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Lunes 13 de abril 2009. En la charla previa a la salida se encuentran dos familias con niños entre 6 y 12 años de edad. Con grandes ojos miran las fotos de ballenas y delfines mostradas durante la ponencia. El mayor apenas puede esperar para salir y ver a los animales. "Quiere ser biólogo marino"- me susurra la madre. El barco larga amarras, con sol radiante y mar en calma nos hacemos a la mar para la tercera salida del día. El agua que salpica hace chillar de alegría a los niños. Hay un ambiente de expectativa, huele a sal y protector solar.

Hoy se demora el encuentro con los animales. Una y otra vez el "firmm Spirit" tiene que cederle el paso a los grandes barcos mercantes. Más de una hora estamos navegando frente a la costa de Marruecos y los delfines siguen sin mostrarse. Los altavoces permanecen silenciosos. Se puede sentir la tensión. Todos los pasajeros, tanto visitantes como tripulantes, buscan en la superficie del mar. Aunque todos saben que los encuentros con los cetáceos dependen de la voluntad de los mismos de mostrarse, existe cierta exigencia por parte de los visitantes. Justificada o no, eso ahora no es tema; ahí está casi tangible. Deseo con toda la fuerza que se muestre al menos algún Delfín Mular o Calderón - sea por los niños.

Pasan otros 10 minutos y las caras se alargan cuando de pronto ahí están, dos Calderones. A intervalos regulares emergen sus cuerpos negros entre las olas a medida que continúan nadando. Los niños chillan mientras que los adultos fotografían.

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Jörn anuncia un grupo más grande de Calderones y todos corren para la banda opuesta. Son 10-15 animales surfeando las olas.

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Una hembra se acerca al barco con su cachorro. Nadan al lado del mismo un buen rato, suficiente para relajar la tensión de los visitantes. Momentos inolvidables para la memoria y registrados digitalmente para los amigos en casa.

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Se hace tiempo de volver a Tarifa. El barco se desliza sobre el agua. Caras satisfechas, el viaje valió la pena. Agradezco silenciosamente a los Calderones por su aparición. Al bajarse del barco un niño dice: "Esto no fue un verdadero viaje de avistamiento de cetáceos, sólo hemos visto Calderones". Aunque algunos de sus deseos no fueron satisfechos, espero que haya habido imágenes que pudieran permanecer en su corazón.

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