Algo así no habíamos visto nunca
por firmm Team
40 calderones comunes acosan a una joven yubarta
Texto: Mirjam Cott; fotos: firmm
Son las 17:00 horas, la penúltima salida del día. Muchas familias con niños pequeños están a bordo. Intrigados se quedan mirando la superficie del agua donde se refleja la luz del sol, desde la salida del puerto de Tarifa hasta la costa marroquí. Tras tan solo 10 minutos aparecen delfines listados. Saltan, todavía distantes, luego se acercan y cada vez vienen más. Aproximadamente 1000 animales se mueven por todos los lados del barco con actitud juguetona. Nadan a gran velocidad, saltan una y otra vez, giran sobre su propio eje y montan en la cresta de las olas. Qué imagen tan divertida, también porque había muchas crías entre ellos. Los observamos detenidamente desde todos los ángulos, hasta que seguimos nuestro viaje para encontrar a otros mamíferos marinos.
Poco después Katharina anuncia por el micrófono que se puede ver un grupo grande de calderones a la izquierda. Cuando nos acercamos más anuncia también a delfines mulares además de un posible cachalote en medio del grupo: tres especies juntas. Ahora hasta las últimas miradas permanecen clavadas en la dirección de los animales que se aproximan. Cuando nos acercamos nos damos cuenta de que se trata de un rorcual común. El grupo se aproxima por la derecha ... y ahí hay otro barco de avistamiento de cetáceos a unos 50 metros de distancia.
El grupo de animales flota – o así parece – entre los dos barcos, acercándose primero al otro barco. Unos 40 calderones nadan excitados alrededor del rorcual. En medio de ellos se puede ver una y otra vez su larga espalda con la pequeña aleta dorsal. Los delfines mulares ya se habían sumergido.
Ahora el grupo se mueve hacía nuestro barco, la ballena apunta directamente a nosotros, los niños y los adultos gritan, en sus voces se nota una mezcla de asombro y gran respeto. Los calderones persiguen a la ballena sin cesar, la rodean, incluso cuando pasa por debajo de nuestro barco. Del otro lado el espectáculo sigue. La ballena se encuentra tan cerca del barco que podemos ver sus espiráculos. De reojo puedo ver sus largas aletas pectorales en el agua. También podría tratarse de una ballena jorobada...aunque a éstas apenas se les suele ver en el Estrecho de Gibraltar.
La ballena da golpes enérgicos con la aleta caudal y serpentea en el agua; es lenta, lucha pero parece al mismo tiempo demasiado debilitada para ello, casi como si hubiera perdido la orientación. Mide entre nueve y diez metros de largo y tiene una piel de color gris oscuro que muestra muchos arañazos blancos que brillan bajo el sol. Por debajo también parece ser blanca por lo que se ve en la aleta caudal. No para de golpear el agua con ella.
Los niños gritan y por primera vez en este viaje les llamo la atención para que guarden silencio y les explico que la ballena aparentemente está sufriendo y que no debemos asustarla aún más. Los padres me ayudan a difundir la petición de silencio y los niños comprenden que la situación es seria. El grupo de animales se aleja algo del barco y los niños me preguntan si podemos ayudar a la ballena. Les digo que no.
Entonces la ballena vuelve a acercarse mucho al barco, lo hace a propósito; los niños lo habían entendido bien, es como si estuviera buscando nuestra ayuda o protección debajo del barco. Pero los calderones permanecen a su lado, el barco con las personas no parece molestarles. Cuando saco mi cabeza del barco escucho una respiración alterada y entonces también lo veo: Los calderones nadan sin cesar hacía la ballena, en pequeños grupos de dos a cuatro animales la acosan por todos los lados. Da la impresión que la quieren hundir, incluso se acercan de manera agresiva – algunos saltan encima de ella – y la hacen girar sobre su propio eje. Algunos calderones muerden.
Al rato escuchamos un nuevo mensaje de Katharina Heyer. Dice que estamos tristes porque los calderones están atacando a la ballena que está entre ellos y porque quieren morderla; por eso los vamos a dejar solos. Todas las personas a bordo tienen una gran necesidad de hablar. Durante todo el camino de vuelta cuento en alemán, español e inglés que ésta es la primera vez que vemos tal “ataque” por parte de los calderones. Hasta ahora los habíamos conocido como protectores... hace años pudimos observar como protejieron unos 50 animales a un cachalote que estuaba desangrándose, formando un circulo a su alrededor, protegiéndolo de los ataques de los tiburones para que pudiera morir en “paz”.
Hasta ahora solo observamos a los calderones en posición de ataque cuando se vieron obligados en algunas ocasiones a echar a las orcas de su territorio, aunque las orcas los superan en tamaño. Hoy habían atacado – como finalmente se pudo comprobar- a una joven ballena jorobada que se encontraba debilitada y desorientada por razones desconocidas.
¿Ley de vida? En todo caso nos cuenta historias nuevas cada día.