Los primeros rorcuales de la temporada 2014

por firmm Team

Texto: Carina Doll, fotos: firmm

Es un martes de tarde, el sol brilla y apenas se siente una brisa. Todos se encuentran expectantes en el puerto a la espera del „Spirit“, para poder salir al mar en busca de ballenas y delfines. Detrás del espigón del puerto algo se mueve lentamente hacia la entrada. Pocos segundos después aparece nuestro barco reluciendo al sol.

Sonriendo de oreja a oreja, Edeltraud salta del barco y viene hacia mí. Deduzco de su expresión que ha sido una salida buena y en efecto: 1 cachalote, casi al mismo tiempo delfines mulares, calderones comunes y algo más tarde un rorcual común. Los calderones se comportaron de manera particular. Nadaron a gran velocidad en varios grupos hacia el Atlántico, como si quisieran defender su territorio - más tarde los pescadores nos confirmaron que habían visto a las orcas.

Para coronar la salida de Edeltraud, aparecieron dos rorcuales más cuando el Spirit se encontraba camino de vuelta. ¡Dos rorcuales comunes! Los primeros de esta temporada. Algo decepcionada por perderme sendo viaje, pero con gran esperanza de ver rorcuales también, me subo al barco.

La mar esta muy calma y los pasajeros disfrutan de la atmósfera que crea un tiempo perfecto en el Estrecho de Gibraltar. Comienzo a impacientarme porque nunca he visto rorcuales comunes. De pronto aparecen delfines listados. Con sus movimientos gráciles y giros veloces surcan la mar paralelamente al barco, hasta que cambian de rumbo repentinamente para dirigirse juntos y a gran velocidad hacia el Mediterráneo. Katharina explica más tarde que esos movimientos bruscos pueden ser debidos a que estuvieran cazando. Todavía impresionada con la velocidad que pueden alcanzar esos pequeños delfines, algo me sacó de mis pensamientos. El barco cambia de rumbo, acelera y por los altavoces se escucha la voz de Katharina: ¡un soplo de rorcual en dirección Tarifa! Los pasajeros se agitan y miran en la dirección del supuesto rorcual común.

Soplo de rorcual común de hasta 5 m de altura 

A medida que nos acercamos, comienzo a distinguir un soplo que emerge repetidamente de la superficie del mar. Siento un cosquilleo, ojalá lleguemos a tiempo.
Y ahí aparece en todo su esplendor, el rorcual. El barco se pone paralelo a su dirección de nado y adapta la velocidad para mantenerse a la par. ¡Que enorme es ese animal! Y eso que ni siquiera se lo ve en su totalidad cuando emerge. Pero cuando aparece su espalda, que parece no tener fin, se entiende fácilmente que sea considerado el segundo en tamaño entre los animales que hoy existen.

Un animal inmenso Otro rorcual más 

“Un segundo rorcual”, me saca de mis pensamientos la voz de Katharina. Poco después el apogeo, un tercer rorcual aparece junto a los dos primeros. Los tres nadan hacia el Atlántico, a unos 25 metros del barco. ¡Un espectáculo increíble! El de menor tamaño nada entre los mayores. Emergen alternativamente y a veces sincronizados.

Rorcuales y mercante Gigantes del Mar 

Desde que nos encontramos con los rorcuales se hizo silencio en el barco, nadie habla. Todos se encuentran absortos con esos seres fascinantes. Casi no me animo a respirar para no hacer ni el mínimo ruido, no sea cosa que se espanten. Los seguimos en su viaje hacia el Atlántico hasta encontrarnos a la altura de la duna de arena de Punta Paloma, momento en el que decidimos que hay que despedirse.

Los rorcuales disminuyen de tamaño, mientras que la silueta de Tarifa aumenta. Los pasajeros intercambian impresiones de este avistamiento tan espectacular, mientras dejan vagar sus miradas hacia el horizonte, siempre con la esperanza de ver a otro de estos majestuosos animales. De vuelta en el puerto veo caras que brillan de entusiasmo y me despido contenta de haber visto a mis primeros rorcuales comunes.

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