Adiós Tarifa – una retrospectiva

por firmm Team

Texto: Raja Richter; fotos: firmm

A veces hay días en los cuales todo es perfecto. Para mí el 31 de agosto fue uno de ellos. Debo reconocer que los últimos dos meses enteros ya habían sido increíblemente bonitos, pasando julio y agosto en Tarifa, el punto más meridional del continente europeo, donde trabajé como voluntaria para la fundación firmm.

Había conocido a firmm durante vacaciones familiares, me había quedada muy impresionada con la fundación y llegué por ello con expectativas muy altas a España. Éstas no fueron decepcionadas. ¿Qué habría mejor que salir durante todo el verano al menos dos veces al día a la mar para observar a las ballenas y los delfines? Durante la primera semana ya había visto a las siete especies que hay en el Estrecho de Gibraltar: Delfines comunes, listados y mulares; calderones comunes, cachalotes, un rorcual común y orcas. Para una fanática de las ballenas como yo - un sueño.

Delfines comunes Delfines listados CachaloteRorcual común Orcas

Además de los fantásticos avistamientos por su puesto estaba el trabajo como voluntaria: todos los días entre una y tres charlas informativas en dos idiomas sobre la fundación y los animales, el trabajo en la oficina, tareas de limpieza y de atención a los turistas durante las salidas en barco. En este entorno se aprende rápidamente a adaptarse a las distintas necesidades y personalidades de los clientes. Ahora sé también que la protección del medioambiente no está tan anclada en las cabezas de todas las personas como en la mía, pero la fundación hace su parte para cambiar eso. Como voluntaria además hay que estar dispuesta a integrarse en estructuras ya establecidas.

Hablando de distintas personalidades: Éstas también chocan cuando siete personas conviven en el piso compartido por el voluntariado de firmm. Lo que en un principio pudiera ser algo abrumador, luego resultó ser una experiencia extraordinaria que no quisiera haberme perdido. Porque cada un@ de los voluntari@s que conocí durante mis semanas en Tarifa me dejó una impresión duradera y me transmitió muchos conocimientos y experiencias vitales. Junt@s hicimos excursiones, le plantamos cara al Levante, disfrutamos de la vida al lado del mar y del ambiente único de Tarifa, o terminamos las veladas con la puesta del sol. En fin, cosas que se hacen con amigos.

Aquel 31 de agosto fue mi último día con est@s compañer@s, así que me alegré aún más de que pudiéramos salir por la tarde tod@s junt@s en el Vision, nuestro barco de firmm. Las salidas por la tarde siempre fueron muy especiales para mí y ésta no sería distinta. La mar estaba tranquila, el barco agradablemente vacío y había esa luz muy especial que sólo se da en las madrugadas y tardecitas. Al poco rato avistamos calderones a lo lejos, primero a un grupo pequeño, después se les juntó otro grupo de cuatro o seis animales. Como aquellos animales fueron también los primeros que había visto en el Estrecho de Gibraltar, pensé que era cosa del destino.

Delfín listado haciendo "Breaching" Calderones comunes

Pero lo mejor aún estaba por venir: Pronto Katharina Heyer anunció por el micrófono a un grupo de delfines mulares. Al acercarnos a ellos me di cuenta de que había bastantes animales, al menos veinte, más de los que había visto antes de una sola vez. El grupo permaneció cerca del barco, justo del lado en el que nos habíamos reunido l@s voluntari@s para observarlos. Los delfines mulares jugaban, enseñaban sus aletas caudales y algunos hasta sus barrigas blancas. En algún momento empezó uno de los animales a sacar la cabeza del agua mientras nadaba, de manera que se podía ver un tercio de su cuerpo. “Bueno, de ahí a un salto falta todavía un trecho”, dijo a mi lado una de las voluntarias bromeando. Pero como si el animal hubiera escuchado nuestro deseo, saltó fuera del agua apenas un momentito más tarde. Con eso no le bastó, el siguiente salto del delfin mular fue aún más alto, seguramente tres metros y todos coincidimos, en que el animal nos echó un vistazo. También el tercer salto fue digno de admiración. A continuación había otro animal saltando un poco más lejos, los delfines mulares nos presentaron un verdadero espectáculo... o una despedida única. Mas tarde especulamos que los delfines debieron sentir el cúmulo de nuestra “energía de voluntari@s”, nuestra alegría de poder estar allí afuera con ellos. Como sea, fue una experiencia increíble

Delfines mulares Salto de Mular

Por cierto, los calderones permanecieron durante casi todo el tiempo en la misma zona, de modo que los vimos de cerca una vez más antes de volver a Tarifa. Durante el camino de vuelta eché otra vez una mirada en redondo y descubrí a unos delfines comunes saltando en nuestra ola de proa.

Una experiencia única que pude compartir con personas que ahora ocupan un lugar en mi corazón. Creo que no hay muchas cosas en el mundo que unen y conmueven tanto como poder observar a delfines y ballenas en libertad. En ese sentido, ¡¡¡muchísimas gracias a mis compañer@s voluntari@s y todo el equipo de firmm!!!

P.D.: A partir de octubre estudiaré biología con el fin de recibirme en bióloga marina.

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